martes, 24 de noviembre de 2009

HOLOCAUSTO

Respiramos los mismos
vicios acorralados
que hace miles de años.
Los vetustos espejos
cercados por la noche
perdieron hace siglos
memoria de las formas.
Fantasmas polvorientos
subastan sus chaquetas,
sus enaguas,
su hastío
en agónicas ferias
pobladas de gemidos.
Silencio aguijoneado.
Agobio de las flores.
Con paciencia de liquen,
el sol recoge el polen
de plantas venenosas.
De los trenes descienden
pasajeros de humo.
En los andenes quedan,
adustas,
sombras de los ausentes,
los que nunca han viajado,
los que no regresaron.
Los que echaron
sus almas y sus cuerpos
abrumados de olvido
a la hoguera feroz del holocausto.

Ana María Garrido

1 comentario:

  1. Hola Ana me gusta mucho este poema es a mi criterio un profundo poema a la raza humana.

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