No perturbes el sueño
con su avío,
su siembra,
sus dólmenes,
sus dogmas,
su fervor de verbena,
de paraíso intacto,
de arcilla,
de arboleda.
La inquietud no se fuga
como el humo sumiso
ni alimenta los pájaros
que profanan el viento,
el pan deliberado,
las semillas amargas,
los insectos,
el fuego.
El tiempo
que es monarca,
mendigo y alfarero
fatiga con sus grillos
el tedio de los puentes,
la pulpa del ocaso,
su secreto más hondo,
la íntima memoria
de lejanas batallas
libradas contra el miedo.
Es el dolor de ser,
de perpetuarse
en el leve linaje de la espiga,
en el áureo
retablo de los días
y su bagaje de voces infinitas.
Ana María Garrido
domingo, 26 de febrero de 2012
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Voces infinitas que repican en estas letras tuyas...Absolutamente hermoso tu poema, querida Ana María; contundente y sensible.
ResponderEliminarAbrazos grandes y un beso, desde Chile.
Vocees que fluyen, sobre todo que diluyen el alma, pero también son voces que transforman. Mas que bello, razonable mi querida amiga y poeta Ana Maria, gracias por dejarnos hurgar en tus letras, en tus sueños, mis felicitaciones.
ResponderEliminarAtt: Fausto Antonio Aybar Ureña.