domingo, 15 de marzo de 2015
miércoles, 11 de junio de 2014
NO TODO ES SOLEDAD
No todo es soledad
en la hierba desnuda
si el viento testifica
que el silencio no existe.
Sólo un puñado
de ecos arrumbados,
la salmodia del humo
entre la brisa cómplice
y el rumor de los cascos
de ilusorios caballos.
No todo es armonía
rota como un cristal
agrietado en la lluvia.
La esperanza
es un puerto fugaz
en el oleaje
de todos los naufragios.
No hay un solo refugio
para quien se rebela
contra el tiempo y sus armas.
Resignada al olvido,
la luz me reconcilia
con lo eterno y lo efímero,
con mis días y mis noches
acuñados en la misma
fragua portentosa
que arrecia las tormentas
y apacigua en el mar las grandes aguas-
Ana María Garrido
viernes, 9 de mayo de 2014
FORMAS
DE MORIR
Hay
muchas
formas
de morir,
erráticas
pluviales,
ateridas,
recónditas,
medrosas.
Los
pájaros lo saben.
Los
árboles,
inhóspitos,
ocultan
sus miradas
de
hangar
entre
los frutos
que
dibujan el cielo.
Entre
los victimarios
hay
francotiradores
con
fusiles ocultos
en
las ropas del miedo.
Los
he visto.
Reconozco
sus gestos
acostumbrados
a
atacar cubiertos
por
las sombras.
Hay
quienes
hieren
a sus víctimas
con
arpones de viento,
y
peces sin agallas
que
destilan su veneno
en
las sienes
de
los desprevenidos.
Otros
matan o mueren
por
despecho o rencor
en
el ojo azul de las tormentas
y
antiguos especímenes
que
fenecen
suavemente
de hastío.
Las
montañas ofrecen
sus
cuerpos escarpados
para
muertes heroicas.
Yo
prefiero
la
despojada
penumbra
de mi cuarto
cuando
el corazón
se
quiebra de abandono.
Ana
María Garrido
lunes, 3 de febrero de 2014
INSOMNIO (¿por qué me maltratas?)
Veo cabezas de mendigos
rodar escaleras abajo
desde la cima roja del templo.
Oigo voces extrañas
junto a la fosa
donde acaban
de inhumar mi sombra.
Nadie supo
los pájaros ni el miedo.
Nadie escuchó
mi grito desvelado.
El venía
de adentro de la noche
con antorchas de sangre,
venía
a devorar mis ojos y mis manos
y ahora gira
en torno de mí
formando círculos.
Me desangra,
ne ahoga,
me desgarra.
Ya no veo su rostro
cubiertos por una máscara demencial.
Sólo oigo
el grito inagotable
que crece por mi sangre.
Mi cabeza desgarrada
rueda escaleras abajo
desde la cima
negra de la noche.
Me duele el sueño
de tanto girar
en torno de mi féretro.
¡Un siglo ya de insomnio!
Ahora sólo quiero
algún lugar tranquilo
dentro de la muerte,
algún bosque
callado y solitaria
donde cerrar los ojos.
Y descansar.
Ana María Garrido
martes, 3 de abril de 2012
LLUVIA
Intima persuasión
de la lluvia
pertinaz,
agorera,
terrosa,
terrenal,
territorial,
omnímoda,
ososa,
osario quieto,
barco encallado
de la luz acústica,
Alhambra,
abeto ciego,
martirio,
krill de ausencia,
simbiótica guitarra,
terrón tenso
de tendones humeantes,
barbijo de la luna,
fatigado
folíolo
del viento.
de la lluvia
pertinaz,
agorera,
terrosa,
terrenal,
territorial,
omnímoda,
ososa,
osario quieto,
barco encallado
de la luz acústica,
Alhambra,
abeto ciego,
martirio,
krill de ausencia,
simbiótica guitarra,
terrón tenso
de tendones humeantes,
barbijo de la luna,
fatigado
folíolo
del viento.
Ana María Garrido
domingo, 26 de febrero de 2012
LAS VOCES INFINITAS
No perturbes el sueño
con su avío,
su siembra,
sus dólmenes,
sus dogmas,
su fervor de verbena,
de paraíso intacto,
de arcilla,
de arboleda.
La inquietud no se fuga
como el humo sumiso
ni alimenta los pájaros
que profanan el viento,
el pan deliberado,
las semillas amargas,
los insectos,
el fuego.
El tiempo
que es monarca,
mendigo y alfarero
fatiga con sus grillos
el tedio de los puentes,
la pulpa del ocaso,
su secreto más hondo,
la íntima memoria
de lejanas batallas
libradas contra el miedo.
Es el dolor de ser,
de perpetuarse
en el leve linaje de la espiga,
en el áureo
retablo de los días
y su bagaje de voces infinitas.
Ana María Garrido
con su avío,
su siembra,
sus dólmenes,
sus dogmas,
su fervor de verbena,
de paraíso intacto,
de arcilla,
de arboleda.
La inquietud no se fuga
como el humo sumiso
ni alimenta los pájaros
que profanan el viento,
el pan deliberado,
las semillas amargas,
los insectos,
el fuego.
El tiempo
que es monarca,
mendigo y alfarero
fatiga con sus grillos
el tedio de los puentes,
la pulpa del ocaso,
su secreto más hondo,
la íntima memoria
de lejanas batallas
libradas contra el miedo.
Es el dolor de ser,
de perpetuarse
en el leve linaje de la espiga,
en el áureo
retablo de los días
y su bagaje de voces infinitas.
Ana María Garrido
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