sábado, 20 de febrero de 2010

LA MARCHA DE LOS DIAS

Si los pasos supieran
que el camino se esfuma
detrás del horizonte
no habría persuasión para el olvido
ni lámpara encendida
en el desván
del tiempo receloso.

La noche no se nutre
del viento y sus corolas,
sus pétalos incautos,
los erizados peces
de su cielo infinito.

No remontes tus voces
como el velamen roto
de tu fantasma errante,
como buque perdido
en las aguas voraces
de tu miedo más hondo.

La soledad condensa
la bruma pesarosa
de tus ojos salobres.

Si la luz te redime
¿para qué delegar tus cicatrices,
la faena de tus seres ocultos,
la retina azarosa de tu música
en las manos del mundo?

Sólo el amor expía
la marcha de los días.

Ana María Garrido